sábado, 6 de diciembre de 2014

Ven.

-Ven. Acércate. No te haré nada, te lo prometo.

-Mentira.

-Eres lista. De acuerdo, no vengas si no quieres, pero debes saber que si vienes tendrás todo lo que quieras, todo aquello que has deseado siempre, todo con lo que has soñado...

-¿Todo?

-Todo. Absolutamente todo. Ven, y podrás disfrutar de todo eso. Ven, y te haré princesa, princesa de lo que quieras. Tendrás súbditos, gente que hará lo que tú quieras, gente a tus órdenes. Ven y te enseñaré aquello que nadie nunca te ha enseñado. Te enseñaré a gobernar, a mandar, a reinar. Te enseñaré a estar por encima de los demás, a ser mejor, a sentirte mejor. Te enseñaré a ir subiendo hasta arribar a arriba del todo, y continuar allá. Nada ni nadie estará por encima tuyo, serás reina de todo lo que te rodea. ¿No te gustaría? Hacer lo que quieras cuando quieras, porque sí, sin tener que dar explicaciones a nadie. Sentirte mágica, sentir que puedes con todo, que nada no te puede parar. Sentir que ninguna cosa podrá hundirte jamás, es una sensación increíble...
Ven y tendrás todo ésto.

-Quiero más.

-¿Quieres más? Entonces tendrás más, únicamente has de venir...

-Está bien, voy.

-Haces bien, pequeña. Cógeme la mano, ven.



"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella." 
(Oscar Wilde)

sábado, 15 de noviembre de 2014

La noche.

Paseaba. Paseaba pensando. A veces le gustaría no pensar tanto, pero no lo podía impedir. Pensaba demasiado.
Paseaba despacio, quería saborear cada segundo de esa noche. Paseaba y recordaba. Recordaba viejos momentos.... Lástima que todo hubiera acabado. Ahora se sentía solo, pero no le molestaba. Todos, absolutamente todos, se habían ido. No literalmente, aún seguían ahí, pero sin darse cuenta.

Todos tenían algo que hacer... No lo entendía, ¿por qué? ¿Qué necesidad tenía la gente de hacer cosas? Cosas y más cosas, cosas todo el día... ¿Se habían parado a pensar alguna vez si de verdad les apetecía hacer lo que estaban haciendo? No lo creía.
¿Qué necesidad tenían de organizarlo todo? Con lo bonito que es salir a la calle sin saber qué hacer. Dar un paseo por la noche sin rumbo alguno, pararte en una cafetería a tomarte algo... Observar las estrellas sin saber qué nombre tienen... Porque, ¿para qué ponerles nombres? ¿Por qué no simplemente admirar su belleza?
Tampoco entendía la manía de algunos hombres de explicar el por qué de todo. ¿Por qué darle sentido a la vida? ¿Por qué no únicamente disfrutarla? ¿Para qué querer saber por qué, cómo y dónde nace una flor? ¿Por qué no simplemente observar lo bonita que es? Que extraña era la gente...

Y allí estaba él, diferente e indiferente al mundo; una vez más, pensando. Pensando que ya no quedaba gente como él, pensando en lo preciosa que podría ser la vida sin que la gente tuviera cosas que hacer, pensando si, alguna vez, el mundo sabría aprender.




Y allí estaban él, él y la noche, la única que escuchaba y comprendía.


lunes, 28 de julio de 2014

Dulce venganza.

¿Tienes miedo? ¿Lo tienes? Sí, ¿verdad? Ahora que el sol se va y ahora que la luna vuelve, ahora que la oscuridad te ciega, que las luciérnagas se apagan y que las estrellan no brillan. Ahora, al fin, tienes miedo.

Ahora es mi momento. Tantos años ocultándome, tantos años huyendo, pero mereció la pena esperar. Ahora por fin me toca. Aquéllo a los que más temes, aquéllo a lo que siempre le has tenido miedo, está ahora de mi parte. Listos para derrotarte.

¿Venganza? Sí, podríamos llamarlo así. Hacerte pagar todo lo que me hiciste. ¿Pensabas que hacías el bien? Te equivocabas. Nadie hace el bien ni el mal, todos miramos por nosotros mismos. Es más, ni siquiera existen el bien y el mal, únicamente son producto de nuestra tozudez, de querer tener explicaciones para todo. 
"¿Ha herido a alguien? ¿Le ha hecho sentir mal? Es malo." No, puede que el otro le hubiera dado razones suficientes para hacerle daño. No pensáis en eso, ¿verdad? Otro error.

Observa la poca luz que queda, es la última vez que la verás. 

Ahora tienes lo que te mereces. Vas a hacer todo lo que yo quiera, vas a decirme todo lo que desee escuchar, sino, ya puedes empezar a rezar a aquéllo a lo que llamáis Dios.

¿Qué soy malvado? No hija no, soy vengativo. 



Porque en la venganza el más débil es siempre el más feroz. (Anónimo)

miércoles, 9 de julio de 2014

Recuerdos que quedaron...

Arriba, abajo, arriba, abajo. ¡Qué divertido era ese caballito! Recuerdo que podía pasarme horas balanceándome en él, imaginándome que era un hermoso caballero que recorría regiones y salvaba princesas. Que bonitos recuerdos. No pasaba un día en el que no deseaba volver a ser ese niño, ese niño que no tenía preocupaciones, ese niño inocente al que le arrebataron la infancia... cruelmente y sin compasión.

Recorro lo que queda de esta antigua casa. ¡Cuán feliz fui aquí! Paseo por el salón, observando como los años también han pasado para este viejo edificio. Observo papeles y muebles destrozados que yacen en el suelo como si estuvieran durmiendo. Se me hace difícil retener las lágrimas, fue todo tan de repente, tan inesperado... Nadie lo esperaba, nadie lo deseaba...

Sigo caminado y me topo con unos cuadros en el suelo. Recuerdo esos cuadros, recuerdo el día en el que mi madre los trajo a casa, estaba muy ilusionada porqué le gustaban mucho, y muy contenta porqué no le habían costado casi nada. Era uno de los pocos recuerdos que tenía de mi madre tan contenta, pero claro, tampoco es que me acordara de muchas cosas...

Entro en la habitación de mis padres, la cama está destrozada y los muebles están por el suelo. Sin embargo, extrañamente, la estantería de libros había permanecido de pie. Era enorme. No podía decir lo mismo de sus libros, que yacían en el suelo. Esos libros que mi madre tanto amó, eran su posesión más preciada, le encantaba leer. Eran casi todos de viajes y aventuras, a ella le gustaba soñar que vivía en un lugar muy lejano de aquí, donde ninguno de sus problemas la alcanzarían jamás.

Hecho una última ojeada a la habitación antes de irme, pero rápidamente vuelvo a girarme, acabo de ver algo en el suelo. Me acerco a ver y exactamente es lo que pienso. El álbum de fotos, nuestro álbum de fotos. Lo cojo cuidadosamente y me siento en lo que queda de cama. Lo abro poco a poco, está en mal estado, pero aún se pueden observar algunas fotos. Recorro sus páginas y veo a mi hermano, no estaba tan alto como lo recordaba, pero normal, yo había crecido, él no.

Veo el bello rostro de mi madre en las fotos, fue tan fuerte... Nos crió a mi hermano y a mi, sola, sin ayuda alguna, únicamente con su valor, su coraje y su imaginación. Y la verdad es que se lo montó bien, tengo muy buenos recuerdos con ella, aún que me habría gustado conocerla mejor, lástima de la guerra.

Incapaz de aguantar ni un minuto más en esta casa, cojo el álbum, salgo rápidamente de la habitación y me dirijo a la puerta de salida. 

-Bien; pueden destruirla. 




miércoles, 2 de julio de 2014

Taxi.

-¡Taxi! ¡Siga a ese sueño!

¿Qué me ha pasado? Yo antes tenía esperanza, tenía ilusiones... En mi baúl no había sitio para las tristezas ni las preocupaciones. Lo tenía todo. Portaba un mapa y una brújula, para no equivocarme de camino, un libro, para alimentarme cuando tuviera hambre, y un reloj, para no llegar tarde. Entonces, ¿dónde está el error?
Trabajé en este proyecto durante años, le dediqué todo mi tiempo y dinero, y entonces, ¿porqué?
Me he estrellado, me he estrellado contra el muro, me he estrellado sin correr. Me he ahogado, mi barco ha naufragado al mismo tiempo que salía del puerto. Mis sueños se han escapado de la jaula donde los tenía.

Los sueños tenían muchas ganas de salir, muchas... Y después de mucho aguantarse al final han acabado abriendo la jaula. Se me han escapado todos en un abrir y cerrar de ojos. ¿Para ésto tanto esfuerzo? La impaciencia me ha cegado... Tenía tantas ganas de que se cumplieran que al final he acabado perdiéndolos todos.

Ahora me veo persiguiéndolos para intentar recuperar, aunque sea, alguno de ellos. Rezando y pidiendo a Dios que vuelvan, porque, si no lo hacen, estaré perdido. Me siento cómo si empezara de cero, sin esperanzas, sin intenciones, sin propósitos, sin nada...

La avaricia y la codicia me han llevado a la más inédita ruina.


Ahora, veo como los sueños que un día fueron míos se van sin ni siquiera despedirse.

miércoles, 25 de junio de 2014

No és fàcil.

Todos pasamos por malos momentos, absolutamente todos. A unos les duran más, a otros menos, pero siempre están allí. ¿Nos gustará? Claro que no, a nadie le gusta pasar por un mal momento, pero es necesario, una especie de forma de equilibrar el Karma. Porque, pases por lo que pases en tu mal momento, siempre has de recordar que, en una montaña rusa, después de cada bajada siempre hay una subida.

Porque recuerda que no es fácil, no es fácil salir de un pozo, no es fácil volver a volar después de caer, pero es necesario, es necesario para continuar viviendo. Sé que no es fácil vivir, que no es fácil llevar una vida normal, no es nada fácil, pero es inevitable. No es fácil continuar.

Por eso siempre has de estar alerta, nunca bajar la guardia. Porque en cualquier momento, en cualquier lugar, puede venirte un mal momento, la desgracia.
Pero eso no es suficiente; aún que estés alerta, aún que no bajes la guardia, cuenta siempre con alguien. Ten un socio, un compañero de viaje, porque sabes perfectamente que no lo puedes hacer solo, lo sabes...
Nadie es capaz de conseguirlo solo. Estad siempre juntos, cubriéndoos la espalda el uno al otro, y así, será más fácil.

Todos sabemos perfectamente que no es fácil. Pero dime, ¿dónde está tu compañero?



"Curar las heridas y seguir adelante no es fácil, pero es el camino." (Paulo Coelho)


miércoles, 18 de junio de 2014

Sound of silence.

Calla. Escucha. ¿Lo oyes? ¿Lo puedes oír? Precioso, ¿eh? Pocas veces más lo escucharás. Has tenido suerte, no todo el mundo es capaz de oírlo. Para unos es imposible y para otros... bien, para otros es aún más imposible.

Has sido capaz de oírlo, y eso quiere decir algo. Quiere decir que no eres normal, que eres especial. Quiere decir que has llegado hasta el fondo de tu alma. Quiere decir que te has encontrado, ya sabes quien eres. Quiere decir tantas cosas, que nunca podrías llegar a contarlas.

Mírate, tienes un gran futuro. Has demostrado ser quién pensé que eras. Me has demostrado que puedes llegar a conseguir todo aquello que te propongas, todo aquello que quieras hacer. Eres silenciosamente genial.

Y recuerda que, cuando tengas que afrontar un problema, has de parar. Para, calla y escucha. Escucha, escucha profundamente, y únicamente si te concentras suficiente, podrás llegar a escuchar el sonido del silencio.




"Ten thousand people, maybe more.
People talking without speaking,
people hearing without listening,
people writing song that voices never share
and no one dare
disturb the sound of silence."


Porque si de verdad quieres escuchar, puedes llegar a oírlo.


Corren.

Corría. O más bien dicho, huía. Huía de las penas, de las pesadillas, de las tristezas. Huía de la vida, de su vida. Una vida que empezó bien, pero que, al final, se acabó pudriendo.
En los últimos años, todo había ido a peor. Incluso antes de que pasara, ja se lo olía, no se podía tener tanta suerte. Suerte que la había acompañado desde pequeño, pero que ahora, la había abandonado.

Pero claro, todos tenían razón, todo menos ella, no era culpa de nadie, únicamente suya. Todo fue culpa del no hablar, del querer aguantárselo dentro, sin decir ni media palabra, ni tan solo un simple sonido. En ese momento no pensaba que podría afectarle en un futuro. Pobre criatura, pobre inocente criatura. Desconocía el poder de las palabras.
Y todo sucedió tan rápido, tan rápido, que ni ella misma se dio cuenta de lo que pasó.
Tenia sueños, tenia esperanzas.
Lo dio todo para conseguirlo, absolutamente todo, y ahora, lo había perdido todo, absolutamente todo.


"Corren,  corren pels carrers corren,
paraules que no s'esborren,
imatges que no se'n van." 
(Corren, de Gossos)

De repente, todos sus sueños se transformaron en pesadillas.

No es tan fácil huir de los recuerdos...


sábado, 24 de mayo de 2014

Café.

Ven. Siéntate a mi lado. Hablemos. Hablemos de las penas que nos perturban, y de las que aún quedan por llegar. Hablemos de los lugares que visitamos, de los recuerdos que dejamos. Hablemos de libros, de música y de películas. Hablemos de nuestros intereses, de nuestros pensamientos, de nuestros ideales. Hablemos de nosotros, de ellos y de él. Hablemos de ti, de todos, de todo. Sea de lo que sea, hablemos.
Hablemos de nuestros miedos, hablemos de nuestros odios, hablemos de nuestras vidas...
Ven. Acércate. Cuéntame. Cuéntame que es aquéllo a lo que temes. Cuéntame quién es el afortunado al que amas. Cuéntame qué es lo que has hecho hoy, cuéntame qué es lo que harás mañana y, quizás, si queda tiempo, cuéntame lo que hiciste ayer. 
Ven. Mírame. Quiero saberlo, te escucho. ¿Cuántas calles has tenido que recorrer para llegar hoy hasta aquí? ¿A cuántas personas te has encontrado, y de cuántas has pasado? ¿Cuántos escaparates te has parado a mirar y cuánto has deseado comprar? Suéltate, tranquila. Únicamente quiero saber.
Quizás, si sacias todas mis dudas, pueda ayudarte. Quizás, si me lo contaras todo, pudiera guiarte. Pero no lo haces, no lo quieres hacer. Te da miedo, o vergüenza, o que sé yo. Algún estúpido pensamiento ha recorrido tu cabeza de punta a punta impidiendo que me lo cuentes. 
Hubiéramos podido hablar, hubiéramos podido conocernos. En fin, otra vez será.
Y así, lentamente, se va deshaciendo la conversación en la espuma del café. Yo te miro, tú me miras, y nos giramos. Cómo ha cambiado todo, aún recuerdo nuestra primera conversación; corta, intensa, y aquí. Conectamos de una manera especial, y desde entonces éste ha sido nuestro pequeño santuario. 
Lástima, esta vez sin duda, de que las cosas acaben.
El último sorbo.


Adiós, pequeña, espero que mañana contestes a mis preguntas.

miércoles, 23 de abril de 2014

Frase

-"Los lectores tenemos el don de ver miles de mundos de fantasía donde otros solo ven un objeto de papel." (Anónimo)

¡Feliz Día del Libro!

domingo, 20 de abril de 2014

Boulevard of broken dreams.

Las frías gotas de lluvia recorrían sus mejillas hasta caer al suelo, hoy, el cielo lloraba. No llevaba paraguas, no le hacía falta, ya todo le daba igual. Recorría las calles vacías de esa triste ciudad sin rumbo fijo, ya no tenía a donde ir. Esa era la ciudad donde había nacido, donde se había criado y donde había crecido, sin embargo, no la reconocía. Cada calle, cada esquina y cada rincón le parecía nuevo. Caminaba mirando al suelo, observando su reflejo en los charcos de agua, ya no le importaría si se chocaba, se caía o se dañaba, lo había perdido todo. No tenia nada.

Todos sus proyectos se habían desvanecido, todo el futuro que había planeado, se había ido. Lo habían abandonado como aquél que tira un papel al suelo, sin importarle qué le pasará o quién se lo encontrara. Así se sentía. Todo rayo de esperanza había huido.

Ahora estaba solo, completamente solo. Nadie al que pudiera pedir ayuda, nadie con quien compartir sus penas, ni un solo hombro en el que llorar, no quedaba nadie. En esos momentos le hubiera gustado tener alguien con el que al menos hablar. Pero no había nadie en la calle, sólo putas, borrachos y enamorados, nadie decente.

Así, sin donde caerse muerto, Billie decidió ir al lugar donde se le escucharía, al lugar donde ahogaría todas su penas en alcohol, el lugar donde gastaría sus últimos diez euros, el único lugar donde, en estos casos, te puedes dirigir. Lo conocía bien, sin embargo nunca había entrado. De pequeño, lo veía desde la acera de al lado, su madre no le permitía acercarse más, le decía que era el lugar a donde iban las personas a las que ya no les quedaba nada en esta vida, las que ya no tenían nada que perder, a gastar sus últimos ahorros en bebida, justo lo que él iba a hacer...


El Bulevar de los Sueños Rotos.




Ya no le quedaba nada, ya no le quedaba nadie. Ese era su lugar. 



sábado, 12 de abril de 2014

El pájaro.

EL DESEO DEL PÁJARO.


El pájaro volaba, el pájaro observaba. El pájaro sabía todo lo que ocurría en ese lugar, sabía cuándo y cómo ocurrían las cosas. El pájaro llevaba ya tiempo en ese lugar, llevaba tanto tiempo que se podría decir que el pájaro crió ese lugar. No obstante, el pájaro estaba triste, muy triste. El pájaro volaba, sí, pero no era libre. El pájaro no había salido nunca de ese lugar, y deseaba ver aquello que ocurría fuera de esas fronteras. Quería viajar, quería aprender, quería disfrutar y quería explorar. Quería visitar todos aquellos lugares de los que tanto había oído hablar. Era lo único que deseaba. 

LA OPORTUNIDAD DEL PÁJARO.


El pájaro se ahogaba en su rutina, tenía ese lugar muy visto. Así que decidió aprovechar cuando nadie miraba, cuando nadie le prestaba atención, para marcharse. Marcharse lejos, muy lejos, por fin cumpliría su sueño. Volaría alto, muy alto, y observaría desde las estrellas todo aquello que no podía volar. Exploraría nuevas ciudades, nuevos bosques, nuevas montañas, nuevos lugares. Conocería más pájaros como él, espíritus libres que también habrían decidido marcharse. Sería cómo aquellas aves que veía venir en otoño e irse después, libres y sin ataduras. Siempre les había tenido envidia, ellas viajaban de un sitio a otro, todo el año viajando, todo el año descubriendo, justo lo que él haría.

EL PÁJARO NO VUELA.


El pájaro partió, sin avisar ni decírselo a nadie, partió solo, con la única compañía de su sombra. Pero apenas llevaba unas manzanas cuando algo lo retuvo. No sabía decir el qué ni porqué, pero así lo hizo. Una fuerza lo atraía hacia ese lugar, su lugar, y era más fuerte que él. No podía avanzar, la fuerza se lo impedía, pero él ansiaba su libertad. El pájaro desesperó y, en un último esfuerzo por conseguir su libertad, utilizó todas sus fuerzas en vencer lo que lo retenía, pero no consiguió vencerlo.
El pájaro, agotado, cayó, cayó precipitadamente hasta tocar el suelo y, de la caída, sus alas se rompieron. El pájaro acababa de agotar todas las posibilidades de ser libre, sin vuelo no hay libertad.


Ahora el pájaro era esclavo de ese lugar.

jueves, 27 de marzo de 2014

Sensaciones teatrales.

Tic, tac, tic, tac. Faltan sólo unos pocos minutos. Noto como los nervios se van apoderando de mi. De repente me entran ganas de hacer todo tipo de locuras. Miro a mis compañeros, ellos me miran a mi. Perfecto, todo listo. Una voz de repente se alza entre la muchedumbre y todos callan. Aprovecho para dar un último repaso mental a mi texto, pero no lo consigo. La ilusión me lo impide, algo me empuja a saborear hasta el último segundo de este momento. La voz calla, llegó la hora. La luz se apaga y se oye un sonido, un sonido de el que nos alimentamos muchos aquí, un sonido que marca el principio y el fin de la vida de este pequeño personaje, un sonido que nos calma y nos excita, saca lo mejor y lo peor de nosotros, un sonido que esperamos impacientes, un sonido que suele llamarse "aplauso". 

Y antes de ver como el telón se abre ante mis ojos, un ligero pensamiento recorre mi mente antes del espectáculo, únicamente son dos simples palabras, pero me dan las fuerzas suficientes para continuar. Una luz ilumina mi cara al fin, ahora sí, ha empezado. Mis pies exploran el escenario cómo si fueran los de una bailarina, la voz sale de mi garganta cómo si fuera la de un poeta y mi cuerpo explica una historia cómo si de un libro se tratara. Todas mi facultades se funden en una sola, hecho que únicamente pasa cuando me encuentro en esta sala, para ofrecer al público una obra que no podrán olvidar. Eso si, cada personaje escoge entretenerlos a su manera, cada actor es un mundo, cada actor es su mundo. 

Una vez acabada la proeza, hecho una última ojeada al público antes de que mi torso y mi cabeza se muevan ligeramente hacia abajo. Sé que el gran Dioniso estará observándome orgulloso desde arriba en estos momentos. No puedo pedir más.

¡Feliz día mundial del Teatro! 



miércoles, 19 de marzo de 2014

Mensaje Internacional por el Día Mundial del Teatro 2014

Donde exista la sociedad humana, el irreprensible Espíritu de la Representación se manifiesta


Bajo los árboles en pequeños pueblos, y en los escenarios altamente tecnificados en metrópolis globales; en pasillos de escuelas y en campos y en templos; en barriadas, en plazas públicas, en centros comunitarios y en sótanos de ciudades del interior, la gente es atraída para compartir en el efímero mundo teatral que creamos para expresar nuestra complejidad humana, nuestra diversidad, nuestra vulnerabilidad, en carne viva, y aliento, y voz.
Nos reunimos para sollozar y para recordar; para reír y contemplar; para aprender y para afirmar y para imaginar. Para maravillarnos de la destreza técnica, y para encarnar a los dioses. Para capturar nuestro aliento colectivo en nuestra habilidad para la belleza y la compasión y la monstruosidad. Venimos a energizarnos, y a empoderarnos. Para celebrar la riqueza de nuestras diversas culturas, y para disolver las fronteras que nos dividen
Donde exista la sociedad humana, el irreprensible Espíritu de la Representación se manifiesta. Nacido en la comunidad, lleva las máscaras y las vestimentas de  nuestras diversas tradiciones. Utiliza nuestros lenguajes y ritmos y gestos, y aclara un espacio  entre nosotros.
Y nosotros, los artistas que trabajamos con este espíritu ancestral, nos sentimos obligados a canalizarlo a través de nuestros corazones, nuestras ideas y nuestros cuerpos para revelar nuestras realidades en toda su mundanidad y brillante misterio.
Pero en esta era en la que tantos millones luchan por sobrevivir, están sufriendo bajo regímenes opresores y de un capitalismo depredador, están huyendo de conflictos y adversidades; donde nuestra privacidad es invadida por servicios secretos y nuestras palabras son censuradas por gobiernos entrometidos; donde los bosques están siendo aniquilados, especies exterminadas y océanos envenenados: ¿qué nos sentimos obligados a revelar?
En este mundo de poderes desiguales, en el que diversos órdenes hegemónicos tratan de convencernos que una nación, una raza, un género, una preferencia sexual, una religión, una ideología, un marco cultural es superior a todos los otros, ¿es verdaderamente defendible insistir que las artes deben estar sin cadenas frente a las agendas sociales?
¿Estamos nosotros, los artistas de arenas y escenarios, conformes con las esterilizadas demandas del mercado, o aprovechar el poder que nosotros tenemos: el de limpiar el espacio en los corazones y las mentes de la sociedad,  para reunir a la gente alrededor de nosotros, para inspirar, encantar e informar, y crear un mundo de esperanza y generosa cooperación?

Brett Bailey

lunes, 27 de enero de 2014

Pesadilla invernal.

El frío se me cuela entre la ropa. El hielo y mis pies se funden en uno solo. No siento las manos, no siento los dedos, no siento mi piel. No veo un metro más de mi, la niebla lo cubre todo. La oscuridad se ha apoderado de este lugar. No hay luna ni estrellas. Mis ojos luchan por mantenerse abiertos y buscar una salida, pero poco a poco el sueño me va venciendo. Ya nunca más volveré a despertar.

Me siento observada, algo me acecha. Me persigue con la mirada, pero yo no lo puedo ver. Se va volviendo todo cada vez más borroso. Intento correr, pero no puedo. 

De repente oigo un ruido. Un ruido espantoso. Cómo un grito. No, espera. Cómo un gruñido. No lo sé, ya se ha ido.

Intento buscar algún signo de vida, recorro con la mirada cada rincón de este maldito lugar, pero no consigo encontrar nada. Estoy sola.

Vuelvo a oír un ruido. Esta vez son pasos. Van acercándose. El miedo y el pánico se van apoderando de mi. Me quedo parada, no sé que hacer. Ni si quiera puedo pedir ayuda. No tengo nada. Vacía por fuera, vacía por dentro. Veo mi vida pasar ante mis ojos. Me arrepiento de las oportunidades que dejé caer, de los trenes que no cogí y de los daños que impartí.

Veo una sombra acercarse por fin, está aquí. Llegó mi hora, no hay salida, no hay posibilidad de escapar.

















Ninguna luz ilumina mi camino esta vez, me he perdido... para siempre.

Pesadilla infernal.

Hace calor. Mucho calor. No puedo respirar. El humo lo tapa todo, me asfixia. Me voy consumiendo poco a poco, no puedo más. 

No recuerdo como empezó. Una llama, luego una columna de humo y después esta pesadilla infernal. 

Un aire ardiente me recorre todo el cuerpo. Se clava en mi como un puñal. Quema, quema mucho. No puedo escapar. No sé que hacer, me queda poco tiempo. Busco agua, un indicio de algo frío y húmedo, pero no encuentro nada. La desesperación se va apoderando de mi, me siento perdida, desorientada.

El calor va nublando mis sentidos poco a poco. Me quema la piel. Me incendia el corazón. Me va venciendo lentamente.

Oigo una voz, una voz familiar. Intento adivinar de dónde procede. Sí, ahí esta. Distingo una silueta entre toda esta humareda. La veo, intento llegar hasta ella, intento alcanzarla. Pero los pies me arden, y siento que no seré capaz de llegar.

De repente me caigo. Ya todo está perdido. El dolor se va apoderando de mi. Las pocas defensas que me quedan luchan por mantenerme viva, pero siento que la muerte ya me vigila de cerca. 

















El diablo la ha enviado para tomarme... al fin.